viernes, febrero 23, 2024

Aunque sea de última hora: Elia Casillas

 

 

  

Cada vez que pasaba cerca del bulto de San Judas Tadeo, le pedía que, aunque fuera de última hora, contrataran a Mercedes como refuerzo de La Serie del Caribe. Esta se llevaría a cabo en la ciudad de Hermosillo, Sonora. Esa noche festejábamos el cumpleaños de Graciela en casa, fiesta sorpresa, y entre plato y plato, continuaban mis peticiones, ya que el santo del tamaño de una persona quedaba justo en el pasillo que lleva a la cocina. Finalizó el agasajo y exactamente esa noche, también se fueron nuestras esperanzas de que lo llamaran, al día siguiente iniciaba la competencia. Mientras lavaba los trastes, Mercedes traía de la sala todo lo sucio, entonces, armándose de valor (digo armándose de valor), porque él sabe que, en cuestiones de dinero, no me gusta ir por la vida gastando innecesariamente, y habló:

 

-Oye, mañana inicia la Serie del Caribe, ¿no te gustaría ir a la inauguración y regresarnos después de que juegue México?

 

-¡Ay no! ¿Ir a gastar de oquis? No, pago por no gastar.  No.

 

-Anda, ¿qué tanto vamos a gastar?  La gasolina y la comida, no más.  Mira, compramos algunos recuerditos para llevar a Mérida y no habrá más gasto. Di que sí. Vamos, después del juego nos devolvemos.

 

-No quiero ir a gastar lo que no tenemos Mercedes, ese gasto ya no entra en el presupuesto y tú no empiezas a cobrar cheque hasta el mes de abril y todavía nos queda febrero, marzo y quince días para que recibas tu primera quincena, sin tomar en cuenta todo lo que hemos gastado en el mes de enero. No, gracias.

 

-Mira, es nomás la gasolina, porque es lo mismo que gastaríamos de comida, llegamos y compramos un pollo asado y nos lo comemos con doña Calita y de noche cenamos algunos tacos, no vamos a gastar de más.

 

En silencio seguí enganchada a las vasijas y de todos los utensilios que se engrasan en un agasajo, mientras, mil presupuestos iban sin encontrar acomodo en la cuenta bancaria. Mercedes no insistió y se fue a la cama, a mí no me gusta dormir con la casa sucia, porque odio despertar con la carga emocional de tener que limpiar todo, cuando lo que deseo es salir de la recamara y no encontrarme con que la fiesta de la noche anterior, se quedó dormida en casa, pudriéndome la hora del café.   Al mismo tiempo, los remordimientos vinieron, si él trabaja tanto para darnos una buena vida, es injusto que le niegue ese gusto, le diré que iremos e inmediatamente después del juego nos repatriamos a Navojoa. Fui a la recámara y comenté.

 

-Está bueno, vamos.

 

- ¿De veras? Sólo lleva un cambio de ropa para ti y los niños, total que doña Calita nos preste un baño para quitarnos el sudor.

 

En la mañana fui por la maleta más grande y empecé a llenarla de ropa para mí y para los niños, en eso vino Mercedes y al ver el altero de cambios cayó cerca del primer sillón.

 

-Oye, si vamos sólo a la inauguración y tú llevas ropa como si fuéramos a quedarnos ocho días, no aprendes a mí, con esta ropa voy y con la misma me regreso.

 

Gabriela de cuatro años no perdía detalle del empacado, ni de su padre, entonces, moviendo sus manos con la seguridad de una declamadora de poemas, dijo:

 

-Papi, ¿y si nos invitan a una fiesta después del juego, ¿qué vamos a decir, que no podemos ir porque no traemos ropa?  -cuestionó llevándose las manos a la cintura, como si fuera una mamá tratando de meter a su hijo al aro.

 

Nunca entendí que magia tiene Gabriela, prontamente MEL se quedó callado. Así era antes y así es ahora, ella lo controla hasta con una mirada, es más, cuando me pelea por cualquier cosa yo me quejo con Gaby y ella lo arregla. Bueno, cargué la maleta con ropa para ocho días, zapatos, abrigos, suéteres, botines, bufandas, boinas, medias, pijamas, vestidos, faldas, si olvido algo, ahí se los dejo a su imaginación. Ya en camino, traté de no pensar en la cuenta bancaria y me perdí en los cactus y sahuaros de la región, imaginaba a los Yaquis en tremenda lucha por su territorio sin bajar jamás el rostro, ese rostro de huesos grandes y enérgicos que habla de esta etnia tan respetada y, tristemente en el olvido. Perdidos en su propio laberinto, ahogados en su propia tempestad. El mar de Guaymas vino con todos sus olores a despertarnos el estómago y paramos en una carretita marisquera. Un señor gordito de diente alegre nos atendió, las almejas de esta región son de las más grandes que he visto, al toque del limón empezaron su baile y parecían hawaianas en pleno show, ahhhh con salsa huichol y sal, mmmmm, delicia para nosotros que todavía podemos saborear las riquezas marinas de esta región, los camarones nos coqueteaban y los niños se comieron su cóctel.  Después de compensar al apatito seguimos en la ruta, por supuesto que el tan mentado pollo asado, se fue al olvido.  El panorama no varía mucho en estos rumbos, la carretera de tan fácil se vuelve aburrida y unas ganas de dormir me cerraban los ojos, los Tigres del Norte cantaban…

 

-Ya está cerrada con tres candadossssssssssss y remachada la puerta negraaaaa porque tus padres están celosos y tiene miedo que yo te quieraaaaaaaaaaaa han de pensar que estando encerradaaaaaaaa  vas a dejar pronto de quererrrrmeeee pero la puerta ni diez candados van a poder a mi detenermeeeeeeeee.

 

Luis Mercedes y Gabriela, para entonces soltaban unos ronquidos de gatitos satisfechos, yo insistía en abrir los ojos, poniendo atención en la historia que entonaban los Tigres, todo fue inútil, finalmente doblé el cuello y la cabeza fue a dar sobre el hombro derecho, ahhhh…  Como duele dormir con el cuello torcido. Cuando menos me di cuenta ya estábamos en la entrada a Hermosillo, sí, era Hermosillo, el olor a béisbol lo dijo, todo era fiesta, las Series del Caribe tienen su brujería y eso se notaba en la ciudad, viva, alegre, acogedora, los flashes informativos dando la bienvenida a equipos y jugadores importantes dejaban ver su nombre en este tremendo escaparate luminoso. En las entradas de los hoteles había grandes mantas con mensajes para todos los turistas que nos visitaban de diferentes partes de la República Mexicana y países de la zona caribeña, aquello era un carnaval beisbolero, hasta los chóferes de autobuses urbanos lucían guapos y bien portados y eso ya es mucho decir. Se advertía que Hermosillo era la ciudad más feliz del sistema planetario.   El camino nos llevó al hotel Holiday Inn, ahí se hospedaba, nuestro padrino Jorge Menéndez y quisimos saludarlo antes de irnos con doña Calita. En la entrada del hotel estaba el hijo del Dr. Arturo León Lerma y al vernos preguntó.

 

-Mercedes, ¿ya viste al Señor Mazón?

 

-No.

 

-Te están buscando Mercedes.

 

-Está bueno ahora lo veo, gracias.

 

Nosotros nos quedamos en el lobby  mientras él iba por las escaleras al cuarto de mi padrino,  un buen séquito de periodistas hacia su trabajo y cuestionaban a jugadores de muy buenas piernas y grandes espaldas, a cualquier lugar que voltearas,  ahí estaba un entrevistado, cámaras de televisión, fotógrafos, Roberto Magdaleno, el Señor Pepe Maíz, (gerente y presidente de los Sultanes de Monterrey), Madaleno, así le digo yo, vino y nos invitó a comer, le dijimos que con gusto iríamos pero esperábamos a Mercedes.  De pronto, todos volteamos a la puerta del hotel, un personaje entraba, porque los reporteros dejaron a sus interpelados con la palabra en la boca y la quijada bailando y se fueron a ver qué noticia les daba el boxeador que con enorme comitiva trataba de hacer camino entre tanta y tanta gente. Julio Cesar Chávez venía muy sonriente, pero los pechos de sus acompañantes decían: abran paso que llegó Juan Camaney.  Nosotros sólo éramos espectadores ¿y Mercedes? Bien gracias… Volvió más tarde de lo esperado y mientras bajaba, una risita, no se apartaba de su boca.

 

- ¡Elia!  Me han contratado como refuerzo de México, dice Oviel Denis que estuvieron llamando a la casa y al no encontrarnos, telefonearon con el Licenciado Valdés, y Chela les dijo que veníamos para Hermosillo y que llagaríamos a este hotel, de buena suerte que la junta fue aquí,  ya me esperaban, el Señor Enrique Mazón me dio un cheque para que vaya a comprar todo lo que necesito para el juego de esta noche, mi uniforme ya está listo, tengo que ir con Arrieta por él,  de última hora Don Hankel quedó fuera, porque Puerto Rico se opuso a que lance  con el equipo,  ya que él antes de reportar con Los Naranjeros estuvo jugando allá, y el comité lo protestó. Elia, regrésate ahora mismo a Navojoa y tráeme mi ropa.

 

- ¿Qué me regrese a Navojoa?  ¿Otras tres horas de camino de ida y tres de venida, más las tres de ahorita…? ¿Estás loco?  Regrésate tú, nosotros traemos un guardarropa para ocho días…  Ja, ja, ja.

 

 

 

 

 

  

 

 

 

 

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