Descendí en la caseta de cobro, una mujer policía vino. ¿Qué le pasó? Me quedé
dormida. Creí que se había peleado con el chofer. No. ¿A dónde va? A Navojoa. A
esta hora, no pasan camiones y si pasan, no levantan pasaje. Ay no, Tata, ¡no
me hagas esto! De pronto, detrás de un tráiler apareció el camión de pasajeros.
El chofer subió mis maletas y las puso en la escalera de ascenso y descenso de
pasajeros. Me senté en un cubo, y en ese momento me di cuenta de que el hombre
se venía mensajeando con alguien por el celular. Tú te vas a venir
matando, comenté y di que te lo dijo una bruja. Contestó que le llamaban
constantemente del trabajo y que debía tener encendido el celular, ya no le discutí.
Apagó el celular no sin antes responder a una llamada de su padre. Lo encontramos
en el camino y le entregó unos CDS. Tu madre debe rezar mucho por ti, para que
yo venga desde otras madrugadas a decirte esto... Mi madre, ya falleció, dijo.
Entonces, yo sentí que un frío recorría mi cabeza y espalda. Un estremecimiento
me levantó la piel y mis vellos se erizaron.
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