sábado, noviembre 23, 2013

ANÁLISIS DEL LIBRO “POR ESTA HEBRA”, ÓSCAR SANTIAGO AYALA PARTIDA





 
 
ANÁLISIS DEL LIBRO “POR ESTA HEBRA”, DE: ELIA CASILLAS

Elia Casillas desde su primer libro viene contemplando la admiración por la obra de los pintores, es motivo de celebración, sus obras que anteceden al nuevo libro, son: “Ante el Cristo repujado que me ve” “Sola sin tu sombra” (2008), Reyes y Ases del Béisbol (2009) y hoy con beneplácito invito a leer: “Por esta hebra” (2012) reimpreso en 2013.

Elia Casillas, cautiva intensamente y conmueve con su epígrafe para este primer acercamiento a sus letras, expresa en él… “He muerto millones de veces, en cada cementerio hay una como yo, con el mismo vestido, la misma voz y amor suicida”.

Leí con entusiasmo “Por esta hebra” y pude sentir el diálogo interno de sensualidad evocadora, de pasiones recurrentes, vibra intermitentemente en la angustiante incertidumbre humana, impulsada en el ánimo de búsquedas surcando los planos etéricos, miedos, constantes oraciones a Dios, mirando a las estrellas. Así, cobra vida en las conexiones intergalácticas desde la alentadora escucha del agua; elemento universal de auténticas caricias insólitas al cuerpo físico, de emotivas expresiones matizadas de amor, desamor, apesadumbradas, búsquedas, concertando trasfondo en su encuentro de subjetividades y en desconciertos con la realidad, sin cesar.

Siento a la Poeta que despierta en la sábana caliente de las horas y desde su voz interior leí… “y Dios es un huerto de buenas intenciones”.  Real fuego de pasión que araña el aire.  Ella quiso ser marioneta y añoró un vestido blanco. Grandemente me estremeció su dolor e imaginé las tazas de café, sin rencores, penas y aplausos sin fin.

Evoco a ustedes algunas letras del poema… “Mi ángel no escucha, mi ángel escucha, se ahorcó anoche con tus gritos". "Revisa,  no tengo grietas, los chamanes escupieron mis heridas” y “Entre usted y yo hay una hebra”… “A Dios, nadie lo hace tonto”.

Es lacerante el acendrado código religioso de irrompibles esquemas que se siente entre la gran sabiduría de la Abuela y la Poeta, de ahí, les digo que ella expresa: “Porque es lo único mío, la manda que olvidó la Abuela, antes de partirse en el suelo y hacerme tumba de malquerencias”. Aquí percibí… Un estrecho vínculo y otros sueltos en: “Por esta hebra”.

Así dibuja y desdibuja la realidad que emana del interior de lo inconsciente, de lo subjetivo, su lenguaje… Desnuda al viento que encaballa y espera a sus pájaros que devela el amor en las hojas, luego; liga la tierra y trae consigo sahumerios. 

Desde su duro soliloquio, se atreve, y nos dice: “y las caderas sean vigilia en la estancada noche, sus brazos son el orden, donde tiendes tus dolencias, siempre”.  En el reencuentro de amor escapa de la mirada de la imagen de la cruz, imagina que Dios le observa y su escote se convierte en el arrullo y escondite de regazo de protección.

La poeta se percibe en busca de la luz fugitiva y se atreve a mencionar la otra cara de la vida…y le llama la Parca: “la Muerte se mueve en el tiempo y ensambla fantasmas de la bruma”.  Y la hebra da con la Abuela y destaca la interrogante: “¿llegó el silencio con su ángel asesino?”.  Imagina la lápida, cuando mantiene “quiero ser tu pie y que seas mi zapatilla; cuando me señale el ojo fino de la Parca”.

Es escalofriante cuando Elia Casillas nos lleva a imaginarla… “Estoy en la agonía de la noche, los murciélagos versan alrededor y pican la frente, mariposeo en la catarata del espiral lácteo y Dios, la gran paloma, florea su vestido diamante y danza en el vals de las estrellas”.  Y se pregunta: “¿A quién le duele el gallo, si no, es su madrugada?”.

Elia Casillas, mujer, mujer, mujer de dolor de amaneceres, que dialoga con fantasmas, con ángeles de quebranto y clama a Dios, reza, reza, Elia, reza entre el huracanado viento y la selva de sus poderes seductores, valiente mujer que sufre ausencias y detiene el tiempo en tantas letras de sus silencios, que protesta entre llantos quebrantados de desamor confundida en el cerrado cielo y en busca de conectarse con las estrellas, desesperada suplica y clama querer volar. 

Al fin, exclama: “Este sufrimiento no se cansa nunca” Y se pregunta: “¿Dónde lo ahogo si no bebo?”… “¿En qué agua apago esta dolencia, si es un leño ardiendo siempre?”… “Vendí mi sufrimiento y me pegaron con penas, quiero cantar y el amor no me hace segunda”.

La Poeta, zigzaguea de los cabellos, al rostro, a los ojos, a su boca, a las piernas, las caderas, el ombligo y en cada vértebra y rastrea confabulada, se debate con el espejo.  Recubre en la “noche y fe, regalos de Dios”, cuando declara abiertamente: “Para mí, que antes de nacer tenía deudas y una carrera que ponía en jaque el sueño de árboles y perros”... Y, en su serpenteo, nos dice: “abrazada a la luna debatí con el espejo su rebote, el eco amoroso en las vísceras”… “el amor derrama su vaso de leche y enraíza”. 

Imaginemos el amanecer: “Un gallo espera su reflejo, traspapelado despierta la estrella, que no encuentra arrojo para romper el aire de sus plumas. Duermo con su mirada en los hombros y aliento seducido, ¿ve? Nuestros cuerpos siempre afinaron el primer toque de sábana y como vapor, el universo nos tirará en cualquier nube”.

Pero, ¿por qué se impugnará al conocer su aroma y con encono retará al amor?, herida de desamparos de amor asume sentirse poema, extraviada en comas, en círculo: “ya enseñé a mi ojos a no verte, a robarle sus tragedias y cuando el juego llega al final, el corazón cae en cualquier zanja ebrio en oratoria, quiere un buen pronóstico para su mendigo, un ángel que le ayude”…

Me regreso a la página 116 y rescato de la Poeta: “En vano juras, no apuestes tu entusiasmo, aunque me abro, no soy puerta, ten cuidado con los perros de mi luna, si entras”… Irónicamente le dice: “hazle una fiesta a la taza de café”.

Viene la calma, muy propia de una mujer sensata: “Conozco su aroma, ensambla en mi candidez de perfumista, y me confunde para que no lo olvide, nombrándolo entre mis cultos, mientras destroza este suspiro con una palabra blanca”.

A pesar de tantas malquerencias, llega la Poeta al mar y, me atrevo a percibir que ella percibe un océano, si así es, ella miró y vivió el amor con intensidad, porque en su poema desentraño: “la sonrisa felina suena remota… tengo tus ojos en el amor de los dedos y juego con ellos a las canicas”. 

Es evocadora de bendecir la hebra, porque a pesar de los vendavales de la vida, del tiempo, del destiempo, del aliento, del desaliento, este amor está vivo, inspirado, efervescente, arrebatado, de suerte, desnudo, de tormentas, de celos, de seducción, despierto al amanecer, encendido de mensajes, de noticias, de desgracias del mundo, de sumas de humanismo y crecimiento espiritual.  Elia Casillas, le escribe al corazón desde la herida, sin lágrimas ni negociaciones con el Diablo, sino que se pronuncia al universo con pasión, con júbilo, con finura evoca a los ángeles celestes. Llena de ilusión juega obsesiva con besos de la noche a Cupido, la imaginé encendiendo las galaxias y siempre con Dios.

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