sábado, noviembre 19, 2011

Alaric Gutiérrez

De las arenas la ventana espera...




I



No conocerás al poeta
por la raíz,
sino por la hoja
que tiembla en el viento.
  
 
II
 
 
Suerte de légamo, lumbre
de las regiones áticas del sueño.
 
 
 III
 


La
poesía
es
una
caja
con
un
escarabajo
muerto.



Lluvia



I


Océano es el aire.
Arde la tarde,
la noche arde bajo el crepúsculo del agua.


La tierra canta,
canta en el agua.


Todo es uno.
Yo no existo.





II



Lluvia sobre el cristal de la ventana,
el cielo llora,
la penumbra alumbra
las paredes viejas de ladrillo y cal.
La lluvia llama,
arrulla y calla...

Lluvia sobre el cristal de la ventana.



 
Eco del silencio


Bajo el cenit del miedo y con monedas
en los ojos llegué al interminable
río. Miré el reflejo, lo vivido,
y bebí el agua pura de los Vedas.
Bañé mi ser desnudo en el palpable
nacer de la consciencia en el olvido.

El eco del silencio repercute.
El hombre entre las sombras se levanta;
alza la vista, sueña, ríe y canta,
y no hay calamidad que no dispute.



 Ventana
 

De las arenas la ventana espera.
De las quimeras la ventana sueña.


Oscura es esta albura ciega y pura,
oscura en hondo sol, como venero.


Ventana de la luz y de la nada,
abre hacia dentro, hacia ninguna parte.
Deja que el viento traiga las palabras,
que como piedras rompan los cristales.



El Pan y la Palabra


El pan y la palabra, los caminos.
Fue la cruz y no la espada
ni el tormento ni el destino.
Fue la palabra del hombre, palabra
del camino y los caminos.
Esto era el padre Kino.

Calidoscopio del reloj de arena.
La liturgia y el álgebra del persa.
La brújula y el agua en la clepsidra.
Los libros. El hexámetro y la lira.
El calígrafo y el arte de los sueños.
La luna con sus lentas galerías.

Palabra atada al mástil del deseo
que se teje y desteje cada día;
que ve pasar el río interminable;
que bebe cicuta en la tarde.
Palabra que sujeta una osamenta.
Palabra martillada en un madero.

Como el Hierocles de Borges,
también él derramó sobre la tierra
el agua de su cántaro diciendo:
Si hemos de entrar en el desierto,
ya estoy en el desierto.
Si la sed va a abrasarme,
que ya me abrase.
Pitagórico círculo del tiempo.

Hijo del sol y de la nieve, sueña
los mundos paralelos, y era otra
la cara de la misma luna, y otra
la huella de Faetón sobre la arena;
otros los blancos médanos de fuego.

Kino, la voz sonora en el desierto,
vuelo del pensamiento en la llanura,
sueño de los que sueñan la justicia,
canto del tiempo, canto del silencio;
favores celestiales
descifran el universo.

Galopa Kino galopa,
en las arenas del tiempo.



 Evoco, luego existo...


La plenitud rompe la noche;
el sagrado matiz de la palabra.
La vida se desborda en una copa,
tiembla, trémula y gris
bajo las sábanas.

Evoco, luego existo.
Cuando el río es mar,
el eco, suspiro detenido.

Voz de loco cristal que se derrama
en llanto, en lluvia, en furia...
Eco de laberinto impío.
Materia en el estío del olvido.

Soy eco,
como evoco, vivo.
Boca amortajada a la palabra,
ojos que sólo ven la nada,
manos que buscan la raíz ajada
del sexo en la vigilia.


 Ese rayo de España



Ese rayo de España que no cesa,
esa verdad que pesa.
Ese sonar del alma en el tintero
de un corazón rebelde y justiciero;
indómito guerrero
que entre rejas de acero se profesa.

Ese cuchillo artero que sopesa
el luto y la promesa
de retoñar de nuevo, cual romero;
de restaurar del pueblo su venero.
Libertario jilguero
que sin dudar prosigue con su empresa.

Eres barro Miguel, en el camino
de ese toro que sangra malherido,
perdido y confundido;
de esa España que busca su destino.

Barro de sol y trigo colorido
con sangre y con sudor del campesino.
Barro por cuyo sino
el tiempo pasará, mas no el olvido.


 La Española

Desembarcó Colón con su bandera
y el cura con su cruz entre las manos.
Bajó el soldado de ojos casquivanos
blandiendo así su espada y su quimera.

Llegó el final del indio ante la fiera,
y el arribo de negros africanos
entre azotes y tratos inhumanos,
haciendo que el Edén infierno fuera.

Se llevaron alforjas de inocencia,
oros de ensangrentadas manos buenas,
y sedas implorantes de clemencia.

Olvidaron llevarse las cadenas,
las rabias y los cargos de consciencia,
la miseria, los llantos y las penas.


Ayer (soneto con eco)
 
Ayer era mi piel lozana, sana,
y un bello sueño mi clamor; amor.
Mimoso el tierno cuidador, dador
de mi esperanza casquivana, vana.
Perdida la ilusión arcana, cana;
¿A dónde fue mi ruiseñor, señor
adulador del pormenor menor?
Hoy por mí suena la campana, pana.
Era mi anhelo palaciego, ciego.
Era un poeta en mi balcón, halcón.
Era mi mente sin razón, razón.
Era una cruz que ardía al fuego, ego.
Perdí el amor que más añoro, lloro
mi más preciado y fiel tesoro, oro.


Maltrato Infantil

 
Escuché a la ligera un comentario
que hizo la conductora de un programa.
Decía que no había que hacer drama
por azotarles, si era necesario.

Que disciplina a palos no es calvario,
si es para mantener viva la flama
de buena educación que se reclama;
de otro modo, no había formulario.

Pasó que una mujer que le escuchaba,
perdióse la cabeza de repente
frustrada por la vida que llevaba,

y "educó" a su pequeño en agua hirviente,
sin escuchar al niño que lloraba
sintiendo arder su piel impunemente.


 
Engaño


Engaño es el puñal que me traiciona.
Mi noble corazón gana partida
cuando perdona sin mirar la herida
que la usurera vida le ocasiona.

De neurona a neurona no funciona
mi memoria cansada y compungida;
y cuando mi razón no haya cabida,
otra razón inventa mi persona.

Engaño es el engaño de mí mismo
cuando pretendo ser lo que no soy;
cuando camino al borde del abismo

sin saber donde estoy, ni a donde voy.
Sin querer alimento mi egoísmo
al creer que doy más de lo que doy.


 Soneto al sapo


Mudo bajo el reflejo de la luna
observa en la distancia su palacio.
De solemnes memorias el prefacio
recuerda, lo que fuera su fortuna.

Heredero nacido en noble cuna
en el lodo peleando por su espacio;
mira pasar el tiempo tan despacio
sin ver aparecer doncella alguna.

Maldice de la fuente el agua clara,
recuerdo del hechizo malnacido
que en ese charco sucio lo dejara.

Siente para el amor haber nacido
y espera el beso tierno que quitara
la pena de un castigo inmerecido.


 
 Misionera

Guadalupe es tu nombre
y de ti nacen rojos corazones.

Como rosas que brotan de tu pecho,
de tu alma las palabras.
Peregrina caminas
el desierto infinito de tus rimas.

Descalza misionera,
eres la savia que el enfermo espera.
Eres cada palabra, cada lágrima
silenciosa y callada.
Cada nostalgia de la sonrisa
que se esconde al alba.

Noche estrellada sin luna enamorada.
Mujer gitana
con una flor de versos en los labios.

Eres gota del alma
que a diario baña la dolosa herida.
Fresa en el viento,
roja fresa silvestre en el desierto.

Eres nopal en tuna,
Águila sol que mata Sierpe oscura.




Delirio de grandeza

Delirio de grandeza el torbellino
que sacudió del hombre la cabeza.
Peña de la ilusión y la tristeza,
de sibarita hizo su camino

y orgullo y vanidad fue su destino.
Apólogo sinfín de la riqueza,
Midas era su dios y su certeza;
predicó su palabra hasta su sino.

Vano será el profeta engrandecido
que cree saber más, y sabrá menos
perdido entre sofismas sin sentido.

Olvida del humilde los terrenos
aquél que por el ego consumido
hace del pan y el agua los venenos.


Alaric Gutiérrez
 

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