Piratería
Nos disponemos a ver una película
con Agustina, un video que alquilamos.
Al principio pasan unos avances
y algo de publicidad. Después alertan
sobre la piratería y Agustina se echa a reír.
–¿De qué te reís? –le pregunto.
–De “piratería”.
–¿Qué significa, para vos, la palabra piratería?
–Un negocio donde se venden piratas, papá.
A la salida del jardín
Voy a buscar a mi hija al jardín de infantes.
La salida es por un portón lateral y cuando llego
ya hay varios padres esperando. Al rato,
la señorita maestra abre el portón y les pide
a los alumnos que se apuren. Enseguida alcanzo a ver
a Agustina entre tantos guardapolvos celestes
que se agolpan en medio de un bullicio.
Cuando al fin sale y la tomo de la mano, Agustina
se detiene en los pies de la señorita que marcan el paso
dando golpes impacientes con las puntas, y con un claro
gesto de asombro en sus ojos, me dice:
-Papa: esa señorita tiene los zapatos enojados.
Paisaje
En la esquina me recibe un perro negro
como yo, al que han dejado afuera.
La casa tiene un portón azul
como yo y un camino de malvones
hasta la puerta casi de piedra.
Después se extiende una larga fila de casas
hasta la otra esquina, todas desiguales,
donde se destaca un pino como yo
y un camión de mudanza.
Hay una señora como yo
vendiendo alfileres, agujas e hilo de coser
de puerta en puerta.
Un vecino como yo sale con su diario,
su cartera lista. Saluda a sus hijos
que son como yo y se va apurando el paso.
En los adoquines como yo,
se presiente una lluvia y el águila de una sombra
de plátano acaricia la vereda.
La vereda es verde como yo
y despareja en su conjunto de árboles
de raíces descubiertas y huesudas como las manos
de un anciano.
La vereda es tranquila y hermosa a las nueve.
La mañana es dulce en las manos.
Un hombre como yo empuja su carro.
Se detiene en el basural de la vereda de enfrente
donde encuentra un viejo motor como yo
que bien podría ser de un lavarropas.
Una pareja como yo desciende de un auto
frente a la casa que se alquila. Se besan en el
umbral y después ella busca una llave que tiene él
y que esconde tras su espalda.
Detrás del edificio del correo y arriba,
se alzan nubes como yo que urden la próxima tormenta.
La brisa arremolina un papel de propaganda.
El perro negro raspa los barrotes del portón.
La calle se vuelve gris como yo.
Nubes negras encadenadas como montañas boca abajo.
Más allá, bien arriba, parece verse a la muerte
en el puño de un dios. La muerte y la tormenta
en un mismo anuncio irrevocable.
Pasa una mujer embarazada y su hijo tomados de la mano.
El chico carga una pelota como yo.
Pasa un hombre en bicicleta que tiene una boina como yo.
Todos se alejan.
Desde la esquina observo la calle. La perspectiva
me entrega árboles que se anudan por el viento,
y se persignan ante los adoquines que se dejan arrullar
por las ramas.
Ya no hay nadie en esta calle.
Y cuando el viento pare, empezará a llover una lluvia
como yo y cambiará el paisaje. Será una sola aguada,
un solo sonido extenso y fresco. Y todo brillará
y lucirá como recién creado.
En medio de la lluvia, seré yo completamente yo.
Esta calle, los árboles. Todas las cosas bajo un cielo
de ramas y hojas temblorosas.
Todas las cosas en una sola alma toda mía.
bacanal
poetas leen poetas
pintores sueltan esferas
y alguien escribe
y alguien dibuja más allá
y yo no hago nada
esta mañana de revés
nada con mi pueblo de uno solo
mi alma de siete mil casitas
todas derrumbadas
Gran danés con espejo
De pie sobre domésticas ruinas,
procurándose un lugar entre el florero chino,
la repisa con adornos desiguales y el cuadro
con la batalla al revés, el gran danés apoya su hocico
y dibuja un globo de vapor en el espejo. Se mira.
Acaso intuye alguna cosa. Parece descubrir
que también así dos son compañía.
Árbol
Han podado el árbol
de mi calle.
Está desnudo, el pobre,
y hace frío.
¿No habrá una buena vecina
que le teja una mañanita?
Cielo
El cielo en tus ojos es un bello escándalo.
Vicente Huidobro lo hubiese dicho mejor.
Giannuzzi, Beckett, Pessoa, Lezama Lima,
Catulo, Octavio Paz, Whitman, Hermann Hesse,
Paul Éluard, Juan L. Ortiz lo hubiesen dicho mejor.
Pero yo soy el que te besa los ojos, el cielo.
Afirmaciones
Temprano fui a la playa
y vi que alguien había escrito
con enormes letras en la arena:
DIJO JESÚS
YO SOY EL CAMINO
LA VERDAD Y LA VIDA
Detrás el mar parecía decir:
yo soy el mar.
Fecha
Encontré el viejo almanaque
del año que te conocí
pero el día que te conocí no estaba.
Fue un 18 de septiembre, sí
pero no sé de qué mundo.
La garza
En medio del canal contaminado,
entre el barro pestilente, el aceite
de mil motores, la basura, surge
esa garza blanca: perfecta, luminosa.
Ni una mancha tiene; ni la mínima
salpicadura en su traje de garza.
No entiendo cómo no se han fijado
en ella los publicistas, los fabricantes
de jabón para la ropa.
arte poética
este ejercicio inútil
estos papeles amontonados
esta vida que llevo
y traigo
estas ganas de decir
de explorarme
de justificarme en el mundo
decir nada
y quedarme vacío
soñar en voz baja
para que las pesadillas de la realidad
no escuchen
Leda y el cisne de Miguel Ángel
En una pared del café se encuentra la reproducción
Leda y el cisne de Miguel Ángel.
La pared de enfrente está cubierta por un espejo enorme.
En el espejo se refleja Leda y el cisne, una mesa,
dos sillas y dos señoras que acaban de sentarse.
Las señoras lucen demasiado vestidas con respecto a Leda.
El cisne se parece mucho a una de ellas.
El cuadro se altera cuando ingresa el mozo. Se ve de espaldas
en el espejo y pasa a cubrir las partes más expuestas de Leda.
Magia
Un poeta ve un árbol seco y le dispara una palabra.
El árbol insinúa caer pero se llena de pájaros.
De pronto pasan hojas verdes que vuelan en bandada
hacia el horizonte. Los pájaros se encogen de hombros
y murmuran no es por ahí. Las hojas vuelven agitadas y dicen
nos pasamos. Antes de enfundar su pluma el poeta la sopla.
Con el humo hace un ovillo y lo coloca en una rama del árbol.
Gracias por el nido dicen los pájaros.
A los dados
Agito el cubilete y arrojo los dados.
Seis y tres.
El seis se me figura un edificio.
El tres una escalera.
Por la escalera se entra al edificio.
Planta baja y dos pisos.
El nueve –resultado de seis más tres-
son las musas canónicas. Que deben
estar burlándose de este poema.
Su juguete preferido
Soy su juguete preferido
me peina
me retoca los pómulos
me abre los brazos
me los cierra
me sienta a su mesa
donde hay unos cacharros
un set de belleza
un viejo poni sin un ojo
y de pronto me pone de pie
me da vuelta
me baja los pantalones
toma una batería de 6 volts
y me dice no temas no temas
es para que hables
para que cantes
El tiempo
De chico pensaba que si hundía un reloj
en un balde con agua
el tiempo se detendría para siempre.
Nunca me atreví a sacrificar ninguno de los relojes
que habitaban la casa.
Ni a poner en peligro al tiempo.
Piropo
El sol
bebe de tu luz.
Qué piola:
así cualquiera es sol.
Temblores
Escuché en el noticiero
de esta noche
que a la mañana un temblor
había sacudido algunas zonas
de Buenos Aires
justo en el mismo instante
en que me decías que no.
Venganza
Mi venganza es que un día
un verso mío te dé alcance
y te desnude por completo
cuando camines por la calle.
Puntería
La flecha de Cupido
atraviesa el corazón de una vaca
colgado sobre el mostrador
de la carnicería.
Hago de cuenta que no vi
y pido un kilo de milanesas.
Cuando yo estaba enamorado
no pasaban estas cosas.
Contrablanco
El papel en blanco
la mesa blanca
el aire blanco
yo, en blanco, sentado blancamente
sobre el piso blanco.
¿El poema? Cuatro paredes blancas
bajo un techo blanco.
-¡Basta!
Doy un portazo dejando la llave adentro.
Cuando vuelva seré un mago y abriré la puerta
con un pájaro previamente conversado.
Demostraré que todas las puertas se abren con un pájaro
y que una hoja en blanco puede ser una paloma.
Buen consejo
En épocas de sequía literaria,
el poeta debe esperar una noche
de tormenta eléctrica, subir a una terraza,
tomar un pararrayos, apoyarlo en un papel
a fin de experimentar si le es dado el poema
como por mandato divino.
Cartel
Sobre el segundo portón lateral
del supermercado y sostenido por dos
tubos de hierro, se alza un cartel chocado
y hundido hacia atrás, que dice:
NO AVANCE
Aire
Luego de horas
de intensa escritura
creer que uno
es el poema.
Salir a la calle
a tomar aire.
Salir a publicarse.
Con un pájaro en un ojo
Cuando un pájaro te entra en un ojo
lo mejor es quitarlo inmediatamente.
Al ojo, no al pájaro.
El pájaro ocupará el lugar del ojo.
No es que yo lo haya practicado, pero
¿acaso hay algo más bello
que mirar la realidad con un pájaro,
aunque sea con un solo pájaro?
Máximo Ballester

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