Carlos Batista
Libro uno
Para Pancho
El otro niño
que me habita,
el otro duende
verdadero.
1.
Los muertos de mi casa
son amables,
no hacen ruido,
son casi imperceptibles,
de día duermen
o salen
o juegan a hacerse
menudas mariposas invisibles,
libélulas etéreas,
o cualquier otra frágil
y pequeña flor alada
que aborde intangible
la danza del aire
con rítmico vuelo de suspiros,
y si alguien los busca,
si alguien necesita
con urgencia
hablar
con uno de los muertos,
se pueden encontrar
fácilmente en sus retratos,
no, no es igual,
es mejor cambiar palabras
con el muerto verdadero
pero a veces,
es todo lo que hay.
2.
Hay días
que se quedan en la casa
todo el día,
cuando el frío,
el viento,
porque llueve,
o simplemente
cuando el polen
o las bugambilias
refractan de otro modo,
y no quieren salir
a ver la luz,
a ver
cómo la luz de piedra
que brota de las horas
florece diferente,
quizá
para romper
con las rutinas,
qué difícil debe ser,
ser un muerto
todo el tiempo.
3.
Entonces
es más fácil presentirlos,
si hace viento
se hacen viento,
viento tierno de semillas
que desgrana su ternura
por tu cuello
o sopla
en quedas voces
por tu oído,
si hace frío,
ellos son ese otro frío
de minúsculas agujas
que te eriza,
que resbala como gotas
por tu espalda,
y si llueve,
basta
con mirar a las ventanas,
¿quién dice
que a los muertos
no les gusta ver llover?
4.
También
les gusta disfrazarse,
a veces se visten de recuerdos,
de costumbres,
de silencios,
otras veces
son más burdos y aún así
no menos ingeniosos,
suelen ser
esa mancha en la pared,
el azote
de una puerta que se azota
o un mínimo apagón,
y pueden esconderse
sin problema
detrás del humo del cigarro,
del vapor que se desprende
de una taza de café
o atrás de nuestro vaho,
pero son ellos,
los muertos,
están ahí.
5.
¿Y qué importa
en qué forma,
y a quién?,
¿acaso es más un ruido
que un reflejo
que un vacío?,
los muertos
son informes,
son insombres,
inasibles
como el cuerpo de la noche,
como el eco cadencioso
de los astros
que ruedan en lamentos
por todo el universo,
como el rastro de los gatos
que se ocultan y copulan
en la espalda
de la luna,
y luego
se disuelven.
6.
Pero qué
estamos hablando,
hay tanto qué decir
sobre los muertos,
acerca
de la muerte
y sus oscuros engranajes,
acerca
de los rígidos resortes
de este rayo subterráneo,
de esta mole solitaria de granito
que golpea,
y esto
es nada más
melancolía,
pura miel,
melaza sobre el tema,
pedazos de nostalgia
acumulada.
7.
Memoria
largamente contenida
ahora opaca
y gris y erosionada
y llena
de recuerdos imprecisos,
(¿alguien recuerda
por ejemplo
aquellos cuentos de mi abuela
sobre muertos que regresan?,
qué fue de aquél,
el de una calavera
carente de esqueleto
que en las noches,
en su patio,
con un puro encendido
entre los dientes
daba grandes carcajadas
flotando
entre las ramas del pirúl?),
también
a veces,
memoria atormentada.
8.
Memoria inútil,
pozo seco,
fondo de piedras
y de arena,
de tiempo oscurecido
y aire circular,
pozo manso,
lecho estéril y redondo
que reposa
como un sol moribundo
en el subsuelo,
como un pequeño sol,
profundo sol de barro
ya sin muertos y sin agua
que se apaga,
herido para siempre
de fisuras,
de múltiples pedazos
que lo quiebran,
pozo yermo,
sol enfermo
que pare solamente,
cubetas con guijarros.
9.
¿Dije
memoria atormentada?,
debí decir
¡tristeza!,
¿dije
memoria inútil?,
debí decir
tristeza inútil,
tristeza inútilmente derramada,
tristeza contenida,
estúpida tristeza acumulada
por muertos vulgares
e imprecisos
que insisten
con su forma de guijarros,
¿dije
los muertos de mi casa?,
debí decir
¡los muertos ya están muertos
y no van a volver!

No hay comentarios:
Publicar un comentario