miércoles, marzo 31, 2010

El Regalo. Elia Casillas


EL REGALO

Elia Casillas

Y se dice mi amigo... ¡Es mi amigo! Detuve el automóvil, Alonso no descendía, al parecer algo muy importante brincaba en su cabeza negándose a salir, después de muchas palabras desordenadas, habló:

-Marcela, ¿cómo fue tu primera vez? Espero no te moleste mi pregunta.
Confundida, traté de contestarle fríamente.
-Hmmmm bueno, como desconocía sensaciones... Me gustó.
-No me refiero a eso, descríbeme cómo lo hicieron... Qué pasó primero.-argumentó.
-Sin irme al fondo de intimidades dije:
-Fue en un departamento, tenía un ventanal inmenso que daba al mar, cualquiera, incluso un insensible, se derrite con un atardecer de esos... Después de besos y caricias descontroladas, mis piernas cedieron.
-¿Y...?
-Y qué  -conteste.
-¿Es todo? Cuestionó decepcionado.
-Sí, le dije con toda la seguridad de mis largos caminos recorridos.
-Ahhhh...

A su edad, aunque permanecía soltero, me extrañaron sus preguntas, uno no puede ir por la vida contándole a todos su primera vez, sólo a él pudo ocurrírsele semejante tema. Pero no quise saber la intención de tan absurda plática y cambié el rumbo de la conversación. Hablé de mis clases, el próximo viaje, los kilos que se desbordaban por mi ropa, él me veía sin hablar, desconcertada por su silencio sugerí...

-Si quieres puedes marcharte.

Con la cabeza dijo que no y continué con mi discurso feminista. Para él era cansado oír, pero esa noche escuchó pacientemente hasta el trato que le daba a mis bikinis para alargar su vida. La saliva empezó a escasear y aunque tenía un centenar de ideas apuradas, sin su intervención, empecé a sentirme como merolico vendiendo ideas descontinuadas. Decidida guardé mis palabras viéndolo directamente a los ojos, él no soportó mi pose y al fin habló.

-Oye ¿Qué te pasa? Preguntó desesperado.

Yo permanecí muda, algo quería decirme y no encontraba el principio, pero no hablé. Por un instante se me ocurrió que iniciaría un romance en mi divorciado tiempo, -no, a él le gustan pollas y yo estoy pasada de moda, me dije. Miró su reloj, pensé que diría “Adiós, nos vemos mañana y te bañas bien ¿eh?”, no fue así, empezó a ver sus manos a recorrer la cutícula de su mano izquierda con la uña de la mano derecha, veía sus tenis de aire y con la punta de la sudadera les dio una ligera limpieza, subía y bajaba el cierre de su camisa deportiva aún mojada por el sudor, jaló y soltó el elástico del pantalón y al fin las palabras.

-Mira –dijo resuelto- mi sobrino Crisanto tiene diecisiete años, tú lo conoces, el hijo de Martha, el que está en la preparatoria... Sí... El delgado de bigote. El veintisiete de febrero, o sea, el siguiente sábado cumple dieciocho años… ¿no te gustaría ser su regalo?



Navojoa, Son. Feb./22/1999.



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