Primer día
SONETOS
I
INMÓVIL en la luz, pero danzante, tu
movimiento a la quietud que cría en la cima del vértigo se alía deteniendo, no al vuelo, sí
al instante.
Luz que no se derrama, ya diamante, fija en
la rotación del mediodía, sol que no se consume ni se enfría de cenizas y llama
equidistante.
Tu salto es un segundo congelado que ni
apresura el tiempo ni lo mata: preso en su movimiento ensimismado tu cuerpo de sí
mismo se desata y cae y se dispersa tu blancura y vuelves a ser agua y tierra
obscura.
II
El mar, el mar y tú, plural espejo, el mar
de torso perezoso y lento nadando por el
mar, del mar sediento: el mar que muere y
nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo: roca que
escala el mar con paso lento, pilar de
sal que abate el mar sediento, sed y vaivén
y apenas un reflejo. De la suma de
instantes en que creces, del círculo de
imágenes del año,
retengo un mes de espumas y de peces, y bajo
cielos líquidos de estaño tu cuerpo
que en la luz abre bahías al obscuro oleaje
de los días.
III
Del verdecido júbilo del cielo luces
recobras que la luna pierde porque la luz de sí
misma recuerde relámpagos y otoños en tu
pelo.
El viento bebe viento en su revuelo,
mueve las hojas y su lluvia verde
moja tus hombros, tus espaldas muerde y te
desnuda y quema y vuelve yelo. Dos
barcos de velamen desplegado tus dos pechos.
Tu espalda es un torrente.
Tu vientre es un jardín petrificado.
Es otoño en tu nuca: sol y bruma. Bajo del
verde cielo adolescente, tu cuerpo da su
enamorada suma
Asueto
[DÍA
¿DE QUÉ cielo caído,
oh insólito, inmóvil solitario en la ola del
tiempo? Eres la duración,
el tiempo que madura en un instante enorme,
diáfano:
flecha en el aire, blanco embelesado y
espacio sin memoria ya de flecha.
Día hecho de tiempo y de vacío: me
deshabitas, borras mi nombre y lo que soy,
llenándome de ti: luz, nada. Y floto, ya sin
mí, pura existencia.
JARDÍN
A Juan Gil Albert
NUBES a la deriva, continentes sonámbulos,
países sin substancia ni peso,
geografías dibujadas por el sol y borradas
por el viento.
Cuatro muros de adobe. Buganvillas: en sus
llamas pacíficas mis ojos se bañan.
Pasa el viento entre alabanzas de follajes y
yerbas de rodillas.
El heliotropo con morados pasos cruza
envuelto en su aroma. Hay un profeta: el
fresno -y un meditabundo: el pino. El jardín
es pequeño, el cielo inmenso. Verdor
sobreviviente en mis escombros: en mis ojos
te miras y te tocas, te conoces en mí
y en mí te piensas, en mí duras y en mí te
desvaneces.
MEDIODÍA
UN QUIETO resplandor me inunda y ciega, un
deslumbrado círculo vacío, porque a la misma luz su luz la niega Cierro los
ojos y a mi sombra fío esta inasible gloria, este minuto, y a su voraz
eternidad me alío. Dentro de mí palpita, flor y fruto, la aprisionada luz,
ruina quemante, vivo carbón, pues lo encendido enluto. Ya entraña temblorosa su
diamante, en mí se funde el día calcinado, brasa interior,
coral agonizante. En mi párpado late,
traspasado, el resplandor del mundo y sus espinas me ciegan, paraíso
clausurado. Sombras del mundo, cálidas ruinas, sueñan bajo mi piel y su latido
anega, sordo, mis desiertas minas. Lento y tenaz, el día sumergido es una
sombra trémula y caliente, un negro mar que
avanza sin sonido, ojo que gira ciego y que
presiente formas que ya no ve y a las que llega por mi tacto, disuelto en mi
corriente. Cuerpo adentro la sangre nos anega y ya no hay cuerpo más, sino un
deshielo, una onda, vibración que se disgrega. Medianoche del cuerpo, toda
cielo, bosque de pulsaciones y espesura, nocturno mediodía del subsuelo, ¿este
caer en una entraña oscura es de la misma luz del mediodía que erige lo que
toca en escultura? -El cuerpo es infinito y melodía.
ARCOS
A Silvina Ocampo
¿QUIÉN canta en las orillas del papel? Inclinado,
de pechos sobre el río de imágenes, me veo, lento y solo, de mí mismo alejarme:
letras puras, constelación de signos, incisiones en la carne del tiempo, ¡oh
escritura, raya en el agua! Voy entre verdores enlazados, voy entre
transparencias, río que se desliza y no
transcurre; me alejo de mí mismo, me detengo
sin detenerme en una orilla y sigo, río abajo, entre arcos de enlazadas
imágenes, el río pensativo. Sigo, me espero allá, voy a mi encuentro, río feliz
que enlaza y desenlaza un momento de sol entre dos álamos, en la pulida piedra
se demora, y se desprende de sí mismo y sigue, río abajo, al encuentro de sí
mismo.
NIÑA
A Laura Elena
NOMBRAS el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento, alto
deslumbramiento, hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña. Y las nubes pelean
con el viento y el espacio se vuelve un
transparente campo de batalla. Nombras el
agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde, brilla en las
hojas, habla entre las piedras y en
húmedos vapores nos convierte.
No dices nada, niña. Y la ola amarilla, la
marea de sol, en su cresta nos alza, en los
cuatro horizontes nos dispersa y nos
devuelve, intactos, en el centro del día, a ser
nosotros.
PRIMAVERA A LA VISTA
PULIDA claridad de piedra diáfana, lisa
frente de estatua sin memoria: cielo de
invierno, espacio reflejado en otro más
profundo y más vacío. El mar respira
apenas, brilla apenas. Se ha parado la luz
entre los árboles, ejército dormido. Los
despierta el viento con banderas de
follajes. Nace del mar, asalta la colina, oleaje
sin cuerpo que revienta contra los
eucaliptos amarillos y se derrama en ecos por el llano. El día abre los ojos y
penetra en una primavera anticipada. Todo lo que mis manos tocan, vuela. Está
lleno de pájaros el mundo. Condición de nube.
NUEVO ROSTRO
LA NOCHE borra noches en tu rostro, derrama
aceites en tus secos párpados, quema en tu frente el pensamiento y atrás del
pensamiento la memoria. Entre las sombras que te anegan otro rostro amanece. Y
siento que a mi lado no eres tú la que
duerme, sino la niña aquella que fuiste y
que esperaba sólo que durmieras para
volver y conocerme.
DOS CUERPOS
Dos cuerpos frente a frente son a veces dos
olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras
y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche
enlazadas. Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche
relámpago. Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo
vacío.
VIDA ENTREVISTA
RELÁMPAGOS o peces en la noche del mar y
pájaros, relámpagos en la noche del bosque. Los huesos son relámpagos en la
noche del cuerpo. Oh mundo, todo es noche y la vida es relámpago.
RETÓRICA
1 CANTAN los pájaros, cantan
sin saber lo que cantan: todo su
entendimiento es su garganta.
2 La forma que se ajusta al movimiento no es
prisión sino piel del pensamiento.
3 La claridad del cristal transparente no es
claridad para mí suficiente: el agua clara
es el agua corriente.
LA RAMA
CANTA en la punta del pino un pájaro
detenido, trémulo, sobre su trino. Se yergue, flecha, en la rama, se desvanece
entre alas y en música se derrama. El pájaro es una astilla que canta y se
quema viva en una nota amarilla. Alzo los ojos: no hay nada. Silencio sobre la
rama, sobre la rama quebrada.
ESPIRAL
COMO el clavel sobre su vara, como el
clavel, es el cohete: es un clavel que se dispara. Como el cohete el
torbellino: sube hasta el cielo y se desgrana, canto de pájaro en un pino. Como
el clavel y como el viento el caracol es un cohete: petrificado movimiento.
Y la espiral en cada cosa su vibración
difunde en giros: el movimiento no reposa.
EPITAFIO PARA UN POETA
Quiso cantar, cantar
para olvidar su vida verdadera de mentiras
y
recordar su mentirosa vida de verdades.
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